El tema de este congreso, "Nuevas Tecnologías y Persona Humana: Comunicando la Fe en el nuevo Milenio", sugiere, por supuesto, que ustedes están preocupados sobre lo que podría sucederle a la fe en el nuevo milenio, así como a lo que ustedes. Además de que nuestras computadoras, que están próximas a tener un colapso nervioso en anticipación al año 2000, hay una gran parte de las conversaciones frenéticas sobre el siglo 21 y cómo éste nos presenta problemas únicos de los que sabemos muy poco, sin embargo, se supone que deberemos estar cuidadosamente preparados. Todos parecen preocuparse sobre esto -la gente de negocios, políticos, educadores, así como los teólogos.
En el riesgo de un sonoro apadrinamiento, ¿puedo tratar de tranquilizar sus mentes? Dudo que el siglo 21 nos presente problemas que aturdan más, desorienten o sean más complejos que los que enfrentamos en este siglo, o en el XIX, XVIII, XVII, o -da lo mismo- muchos siglos antes de ésos. Pero para aquellos que son excesivamente nerviosos sobre el nuevo milenio, puedo darle, justo al comienzo, algún buen consejo sobre cómo confrontarlo. El consejo viene d
e personas en las que podemos confiar, y cuya profunda meditación, es seguro decir, aventaja la del Presidente Clinton, Newt Gingrich, o aún Bill Gates. Aquí está lo que Henry David Thoreau nos dijo: "Todas nuestras invenciones son tales pero cuando son mejoradas representan que fueron un final no mejorado." Aquí lo que Goethe nos dijo: "Uno podría, cada día, tratar de oír una pequeña canción, leer un buen poema, ver una buena película, y, si es posible, hablar unas cuantas palabras razonables." Sócrates nos dijo: "La vida no examinada no tiene mérito en ser vivida." El Rabí Hillel nos dijo: 'Lo que es detestable para usted, no lo haga a otro." Y aquí está el profeta Miqueas: "¿Qué es lo que el Señor requiere de nosotros sino es hacer la justicia, amar la misericordia y caminar humildemente con Dios". Y yo puedo decir, si tuviéramos el tiempo, (a pesar que ustedes lo saben suficientemente bien) lo que Jesús, Isaias, Mahoma, Spinoza, y Shakespeare nos dijeron. Todo es lo mismo: No hay escape de nosotros mismos. El dilema humano es el que siempre ha sido, y es una desilusión creer que los cambios tecnológicos de nuestra era han convertido en irrelevante la sabiduría de las eras y los sensatos.
Sin embargo, teniendo que decir esto, sé perfectamente bien que, porque vivimos en una era tecnológica, tenemos algunos problemas especiales sobre los que Jesús, Hillel, Sócrates, y Miqueas no hablaron y no podían hacerlo. No tengo la sabiduría para decir qué debemos hacer ante tales problemas, y por eso mi contribución debe confinarse a algunas cosas que necesitamos saber para hablar de esos problemas. Llamo a mi plática "Cinco Cosas que Necesitamos Saber sobre el Cambio Tecnológico". Baso estas ideas en mis treinta años de ir estudiando la historia del cambio tecnológico pero no pienso que ésas sean ideas académicas o esotéricas. Ellas corresponden a esa suerte de cosas sobre las que todos aquellos preocupados por la estabilidad y el balance cultural deberían saber y yo se las ofrezco con la esperanza de que puedan encontrarlas útiles pensando en los efectos de la tecnología sobre la fe religiosa.
La primera idea es que todo el cambio tecnológico es un intercambio. Me gusta llamarlo el pacto de Fausto. La tecnología da y la tecnología quita. Esto significa que para toda ventaja que una nueva tecnología ofrece, siempre hay una desventaja correspondiente. La desventaja puede exceder en importancia a la ventaja, o la ventaja bien puede ser el mérito del precio. Ahora, esto puede parecer una idea obvia, pero usted se sorprendería al saber cómo la gente cree que las nuevas tecnologías son bendiciones puras. Sólo necesitan pensar sobre el entusiasmo con el que la mayoría de personas se acerca a su comprensión de las computadoras. Pregúntenle a alguien que sepa algo sobre computadoras para hablar acerca de ellas, y usted encontrará que ellos exaltarán, sin avergonzarse e implacablemente, las maravillas de las computadoras. También encontrarán que en la mayoría de los casos ellos omitirán completamente mencionar alguno de los riesgos de las computadoras. Es un desbalance peligroso: mientras mayores sean las maravillas de la tecnología, mayores serán sus consecuencias negativas
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